Se marchó el temporal
y quedaron tus ojos
para arroparme del frío
y apareció tu boca muda y descarada,
para besarme sin pudor
contra viento y marea.
Se calmaron las aguas
de este mar interior
plagado de corrientes,
esas que me arrastraban al fondo del abismo.
Apareció tu mano,
para agarrar mi alma
que bajaba hasta un pozo,
sin remisión ni tiempo.
Se ha quedado este vaho,
para empañar los cristales
que miran hacia afuera.
Tengo las manos dormidas de agarrarme a la vida.
Abriré la ventana para que el frío me descubra
y se lleve la escarcha que inundaba mis sueños.
Se marchó la tormenta
y he descubierto un cielo más azul;
ya no tiene el aire el olor a promesas,
las guardé en el armario donde escondí el silencio,
las mentiras y el alma.
Se ha marchado el temporal
y aquí estamos, tú y yo,
rodeados de gente
con la sonrisa puesta
y el amor en el aire.
Carmen Martagón ©
de este mar interior
plagado de corrientes,
esas que me arrastraban al fondo del abismo.
Apareció tu mano,
para agarrar mi alma
que bajaba hasta un pozo,
sin remisión ni tiempo.
Se ha quedado este vaho,
para empañar los cristales
que miran hacia afuera.
Tengo las manos dormidas de agarrarme a la vida.
Abriré la ventana para que el frío me descubra
y se lleve la escarcha que inundaba mis sueños.
Se marchó la tormenta
y he descubierto un cielo más azul;
ya no tiene el aire el olor a promesas,
las guardé en el armario donde escondí el silencio,
las mentiras y el alma.
Se ha marchado el temporal
y aquí estamos, tú y yo,
rodeados de gente
con la sonrisa puesta
y el amor en el aire.
Carmen Martagón ©
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