A veces lluevo,
y es un aguacero mi memoria,
me envuelvo de nubes
que cumbren de sombras el pensamiento,
y oscurecen el sol de mi sonrisa.
A veces lluevo,
sobre la llanura de mi pecho ardiente,
apagando el deseo que me despierta
en las horas mágicas de tus caricias.
A veces lluevo,
sobre la luz de mis amaneceres,
en el ocaso que no consigo ver por la tormenta,
o entre la arena mojada de tu orilla.
No todo es sol aquí en mi vientre,
las mariposas no se encuentran
entre las hojas negras del recuerdo.
No todo es sol en mis mañanas,
muchos días, ni el café espabila mi letargo
y no me abandona el hormigueo,
que se instaló en mis dedos con la rabia.
Menos mal que existe el arcoiris
para devolverle los colores
al ardor de mis ojos apagados,
a mis manos
y a la delicada piel que me recubre.
Menos mal que llueve en mi rostro,
se inunda la mirada en un segundo
y avanza el aguacero,
refrescando el calor de mis mejillas,
mojando hasta estos labios ya resecos.
Menos mal que a veces lluevo en primavera
y entre las hojas desprendidas de mi otoño.
Lluevo queriendo,
a propósito,
a conciencia.
Carmen Martagón ©
sobre la llanura de mi pecho ardiente,
apagando el deseo que me despierta
en las horas mágicas de tus caricias.
A veces lluevo,
sobre la luz de mis amaneceres,
en el ocaso que no consigo ver por la tormenta,
o entre la arena mojada de tu orilla.
No todo es sol aquí en mi vientre,
las mariposas no se encuentran
entre las hojas negras del recuerdo.
No todo es sol en mis mañanas,
muchos días, ni el café espabila mi letargo
y no me abandona el hormigueo,
que se instaló en mis dedos con la rabia.
Menos mal que existe el arcoiris
para devolverle los colores
al ardor de mis ojos apagados,
a mis manos
y a la delicada piel que me recubre.
Menos mal que llueve en mi rostro,
se inunda la mirada en un segundo
y avanza el aguacero,
refrescando el calor de mis mejillas,
mojando hasta estos labios ya resecos.
Menos mal que a veces lluevo en primavera
y entre las hojas desprendidas de mi otoño.
Lluevo queriendo,
a propósito,
a conciencia.
Carmen Martagón ©
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