Así con un susurro te digo que te quiero,
esa es mi forma extraña de quererte,
despacito y sin prisa,
a fuego lento,
en ligeras palabras
que sobrevuelan el aire detenido.
Así, en diminutas gotas,
sorbo a sorbo,
en la llovizna fresca de unos besos,
en la neblina gris cuando amanece,
con la dulce mecida del mar,
en el invierno ajeno a la tormenta.
Te amo así,
como la débil flor que se deshoja
al viento de un otoño que comienza,
como la margarita,
en su juego de hojas tristes,
que nos vuelve a engañar en un "sí quiero"
y nos hace sonreir, aún sin saberlo.
Te quiero así
libre,
como el diente de león
que se deja caer sobre la brisa,
sin importar el lugar dónde le lleve,
así, como la gota de tinta en el papel
que afea su blancura,
esa gota inservible,
que triste y solitaria,
seguirá soñando ser un verso.
Y yo te sigo queriendo
cómo una leve gota,
un susurro, un suspiro
o esa llovizna extraña
en mañanas de invierno.
Carmen Martagón ©
esa es mi forma extraña de quererte,
despacito y sin prisa,
a fuego lento,
en ligeras palabras
que sobrevuelan el aire detenido.
Así, en diminutas gotas,
sorbo a sorbo,
en la llovizna fresca de unos besos,
en la neblina gris cuando amanece,
con la dulce mecida del mar,
en el invierno ajeno a la tormenta.
Te amo así,
como la débil flor que se deshoja
al viento de un otoño que comienza,
como la margarita,
en su juego de hojas tristes,
que nos vuelve a engañar en un "sí quiero"
y nos hace sonreir, aún sin saberlo.
Te quiero así
libre,
como el diente de león
que se deja caer sobre la brisa,
sin importar el lugar dónde le lleve,
así, como la gota de tinta en el papel
que afea su blancura,
esa gota inservible,
que triste y solitaria,
seguirá soñando ser un verso.
Y yo te sigo queriendo
cómo una leve gota,
un susurro, un suspiro
o esa llovizna extraña
en mañanas de invierno.
Carmen Martagón ©
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