Despiértame cuando pasen los truenos,
cuando apenas se escuche rugir la tormenta
y se calmen los vientos que hacen volar las hojas,
las páginas de un libro,
la sonrisa, el duelo, la pena,
la risa, mi risa.
Despiértame que no quiero perderme
el cielo despejado ya sin nubes,
el olor de la tierra humedecida,
al calorcito del sol de media tarde
que te hace guiñar los ojos,
te adormece
y se marcha dejando su recuerdo y la risa, la tuya.
Despiértame con música tranquila,
con un coro de voces infantiles
que derramen en el mundo su inocencia,
quiero sentir las notas en las manos,
aquí dentro, en el pecho, en mi cabeza
la música que va recordándome las risas
mi risa, tu risa, la suya,
la misma.
Carmen Martagón ©
el cielo despejado ya sin nubes,
el olor de la tierra humedecida,
al calorcito del sol de media tarde
que te hace guiñar los ojos,
te adormece
y se marcha dejando su recuerdo y la risa, la tuya.
Despiértame con música tranquila,
con un coro de voces infantiles
que derramen en el mundo su inocencia,
quiero sentir las notas en las manos,
aquí dentro, en el pecho, en mi cabeza
la música que va recordándome las risas
mi risa, tu risa, la suya,
la misma.
Carmen Martagón ©
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