Existen besos que estallan en el aire,
como papelillos de colores
lanzados en las calles tras la fiesta,
van buscando una sonrisa, sueñan una carcajada.
Hay algunos besos, que aunque intuidos
se convierten en inesperados,
a la caza de unos labios
donde posarse divertidos.
Hay besos olvidados en la sinuosa línea de tu boca,
sobre el asfalto gris del desconsuelo,
entre la grava oscura de los sueños perdidos
o las ilusiones rotas,
escondidos, aguardando sin tiempo.
Besos robados que transforman la piel a carcajadas,
te hacen cosquillas en el pecho,
esos que llevas de vuelta entre las ropas
y terminan posándose en las sábanas
cuando pasa la noche.
Papelillos de colores
que renuevan la ilusión de madrugada,
incómodos cómo los besos obligados,
nos pillan desprevenidos,
se enredan en el pelo
y no logras deshacerte del recuerdo.
Besos de colores,
los que lanzas con un "hasta luego",
aunque sepas que será un hasta siempre
y desees volver a sentirlos
en unas horas.
Foto: Rocío Escudero ©
Carmen Martagón ©
se convierten en inesperados,
a la caza de unos labios
donde posarse divertidos.
Hay besos olvidados en la sinuosa línea de tu boca,
sobre el asfalto gris del desconsuelo,
entre la grava oscura de los sueños perdidos
o las ilusiones rotas,
escondidos, aguardando sin tiempo.
Besos robados que transforman la piel a carcajadas,
te hacen cosquillas en el pecho,
esos que llevas de vuelta entre las ropas
y terminan posándose en las sábanas
cuando pasa la noche.
Papelillos de colores
que renuevan la ilusión de madrugada,
incómodos cómo los besos obligados,
nos pillan desprevenidos,
se enredan en el pelo
y no logras deshacerte del recuerdo.
Besos de colores,
los que lanzas con un "hasta luego",
aunque sepas que será un hasta siempre
y desees volver a sentirlos
en unas horas.
Foto: Rocío Escudero ©
Carmen Martagón ©
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